Friday, November 03, 2006

NUNCA VEAS A UNA PUTA CON LA LUZ DE DIA...


Aquella noche de septiembre, fuiste tan buena para mí... hasta dolerme!!!
César Vallejo

Aquella noche por alguna extraña razón me sentía como perdido, las calles no me eran reconocibles y llovía, recuerdo muy bien la lluvia, un riachuelo se formaba en la calzada y decidí seguirlo, el frío cálido se apoderaba de mi cuerpo y la lluvia empezó a ser más inclemente, comencé a correr
buscando un lugar donde guarecerme, no se si fueron mis pasos cansados o mis pensamientos húmedos los que me trajeron a aquel lugar, uno de los prostíbulos más conocidos de la ciudad, decidí entrar a regañadientes, el salón bullicioso, los colores fosforescentes, el olor a tabaco y perfume barato, las miradas que se pierden y enlazan torpemente, tome asiento en una mesa cerca de la entrada del lugar, pedí me traigan una cerveza y unos cigarrillos, es raro observar a los clientes de este lugar, cuando entran llegan temerosos y cohibidos, como si entraran a un lugar religioso, mas cuando abandonan el recinto y se despiden de las mujeres con las que compartieron sus intimidades, salen como liberados de pecados y culpas.

Pasa el tiempo, aún se puede escuchar la lluvia caer y al servirme mi ultimo vaso de cerveza te veo sentada en ese sillón rojo confundiéndote con las demás, eras tú, lo sé, pues tu rostro, juro, no podré olvidarlo nunca, desvío la mirada y recuerdo cuando te conocí en aquel feo bar del centro de la ciudad, donde los dos quemábamos nuestras soledades y fue tal vez nuestra exagerada afición por el alcohol la cual nos llevo a presentarnos y fue también ese alcohol el cual nos transformo de dos seres humanos a dos animales en celo, con miedo y osadía buscamos el baño de aquel bar sucio y pestilente, donde se conjugan vómitos y porquerías, nuestro tálamo nupcial lo llamamos y tú te recostaste en el inodoro, mientras una de tus manos se aferraba a mis espaldas, con la otra sujetabas el picaporte de la puerta, mientras me susurrabas melosamente en el oído que me apurase, porque alguien podría sorprendernos en pleno cachivache, risas y miradas llenas de ternura precedieron a nuestra ausencia de la mesa de aquel bar, al salir a la calle abrazados hablábamos de nosotros como queriendo contar todo lo vivido en un pestañeo de los ojos y fuimos felices, nos abandonamos como niños a quienes no les importa caer y los besos se sucedían, para nosotros no existía el resto del mundo y llegamos a ese hostal donde jugamos a amarnos...

Tiempo después me encontré con unas amistades y nos dirigimos a un bar para matar el tiempo y ya algo tomados les conté la forma en la que te había conocido, uno me dijo: “no te creo”, otro me miro y sorprendido me dijo: “Esa es una basura a la que le basta le invites unas copas para que abra las piernas” y como si la cosa no tuviese importancia él ultimo agrego: “Mujeres como “ella” te pueden ensuciar el alma...” Ha dejado de llover y han limpiado la mesa, me han pedido que me retire si no voy a consumir algo mas, volteo a mirarte por ultima vez y reemprendo mi caminata hacia mi triste morada, mientras camino perdiéndome entre las sombras pienso que si alguna vez algún escritor decide narrar la verdadera historia de la prostitución en Arequipa y en ese libro a ti no te mencionan, estaré yo seguro y convencido que manos puritanas y moralistas le han arrancado sus mas bellas paginas.

Fragmento de video: El lado oscuro del corazón (1992)
Dirección: Eliseo Subiela
Guión: Eliseo Subiela según poemas de Mario Benedetti, Oliverio Girondo y Juan Gelman.

2 comments:

Deicidio said...

Qur ricas las putas, ahora... enamorarse de una puta es otra cosa. Debe ser alguien especial, porque hace años cuando fuí a AQP en el centro habían unas puercas minifalderas bien viejas y feas, la que mencionas ha de ser alguien especial o tienes gustos especiales mi buen broder.

Jorge Luis said...

Lo mas curioso era que luego te acordaras de su cara. Total, en todo el tiempo que 'comparten' la cara solo la ves al comienzo (1 minuto) y al final (otro minuto).